Nada más levantarme por mañana lo primero que oí es el sonido de la lluvia golpeando en la ventana y pensé, esto va a ser duro, ya conocía Quijorna y se caracteriza porque cuando llueve, los caminos se vuelven “chocolate”, es el barro más resbaladizo que he visto nunca, jejeje.

Pese a la lluvia, me repito una y otra vez que en Quijorna la previsión daba llovizna débil y efectivamente, cuando llegamos al pueblo la lluvia va a menos y parece que hasta la salida va a respetar y no nos vamos a empapar, ¡menos mal!

Una vez recogidos los dorsales y resueltas las dudas de si llevar más ropa o menos, nos preparamos en la meta para salir, voy con mi amiga Elena y ya nos empezamos a poner nerviosas.

Comienza la salida por el pueblo y nada más llegar al primer camino ya vemos la cantidad de barro y de agua que hay, ¡lleva todo el finde lloviendo! así que nada, despacito y buena letra porque si tirabas rápido se te iba la bici para todos los lados.

Después de llevar 15 km ya empecé a notar el cansancio, tenía el viento en contra y era barro si o si todo el tiempo, pensaba que algún tramito no iba a estar tan embarrado y la bici iba a rodar pero no, las pocas bajadas que había tendidas, apenas usaba el freno ¡la bici se frenaba sola con el maldito barro!

Así que empecé a hablar conmigo misma en plan, vamos Patri, concentrate que lo que queda no puede tener tanta subida, ya toca bajar a Quijorna, dale caña y siempre atenta en las zonas más encharcadas, busca la zona que más tracción haya. Me desanimé un poco hasta el km 20 dónde estaba el avituallamiento ya que me iban adelantando algunos chicos.

En el tan ansiado avituallamiento paré muy poco tiempo pero cuando vi que había bastantes chicos se me quitó el desánimo, ¡pues igual no iba tan mal! Me hacía falta beber y comer mogollón, llevaba 20 km hasta arriba de barro sin parar.

Después de salir del avituallamiento ya solo piensas que no te queda nada, aunque tuve un momento un poco difícil en un repecho que intenté subir en el que casi me da un calambre en la pierna, al subir el repecho andando parece que se me calmó el calambre y le di otro mordisco a la barrita, estaba segura de que era por la falta de comida.

Pero al volverme a montar vi que podía tirar y en poco tiempo me empezó a hacer efecto todo lo que me había chutado en el avituallamiento hasta llegar a los caminos de cerca de la meta que milagrosamente eran más rodadores y se le podía meter más caña, que gusto que no hubiera tanto barro y saber que puedes apretar porque ya estás llegando.

Cuando crucé la meta me emocioné bastante, había sido durísimo y que ganas tenía de llegar, estaba deseando que me confirmaran si había quedado tercera como yo creía.



Y como podéis imaginar acabé hasta arriba de barro, el cocido me supo a gloria y el podium mucho más. Estoy deseando ver que tal se me dan los próximos retos, a ver que tal en el Circuito 7 estrellas en Griñón. :)